Yo soy un fan de Bricomanía y Kristian Pielhoff o como le suelen llamar “El Barbas de Bricomanía” es mi héroe mágico.
Se supone que es un programa de bricolaje para todos, con herramientas que podemos encontrar en casa, pero no, es un programa para personas que son jefes de un almacén de suministros para bricolaje; porque por ejemplo, cuando alguien va a lijar una tabla usa un papel de lija como usamos la mayoría de la gente ¿no? Pues él usa una lijadora orbital con punta para las esquinas, portátil con una mini aspiradora para no ensuciar, que las pueden conseguir en cualquier tienda de bricolaje, como diría él.
Lo que me da rabia es que todo lo hace exacto ni un milímetro más ni menos y esto no es todo, lo que me da más rabia aún es que cuando monta algo ya prefabricado ¡no le sobra ningún tornillo! …este tío no es normal.
Circula una leyenda, “la leyenda del briconsejo” os la voy a explicar, resulta que por ejemplo él va a empezar a realizar la instalación eléctrica de una casa y dice:
- Bueno amigos pues (el acento vasco) mientras voy cortando este tubo os dejo con un briconsejo.
Bueno, la cuestión es que cuando cortan las cámaras salen unos enanitos tocando una flauta (lo de la flauta lo he añadido yo) y hacen el trabajo mientras que El Barbas se come la merendilla, porque las cosas que hace no las puede hacer uno solo, necesita ayuda, ahí hay gato encerrado.
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